La idea del monstruo como algo ajeno, externo y maligno no es más que una mirada popular aceptada del monstruo. Es lo que aprendimos a utilizar para representar el miedo a lo desconocido, a lo incomprendido o a alguna trasgresión ética o social.

Por eso nos enseñaron a correr de él, a cerrarle la puerta y a tener miedo de lo que se escondiera dentro del armario o debajo de la cama.

Pero ¿y si el monstruo no viniera a asustarte?

Tal vez esos ruidos que te incomodan cuando estas solo, o la sombra que te persigue se trate de algo más pequeño, más humano.

Tal vez solo sea un monstruo que busca llamar tu atención porque necesita que lo veas, que por fín lo encares.